Trabajar con libros de segunda mano es un generoso intercambio de oportunidades. Segundas y terceras vidas para cada título, y la ocasión, en este caso, para una ávida lectora, de reciclarse en librera después de jubilarse. Una apuesta por la inmortalidad de las historias donde el negocio importa, pero no predomina.

   Eran tiempos de bonanza cuando, por motivos laborales, Nancy Abel (en la ilustración) emprendió con su familia unas cuantas mudanzas que les llevaron a Chile, California o Chicago… manteniendo una estrecha relación con el mundo editorial, campo que domina su marido: “Cada vez que desarmábamos una casa para montar otra, nos acompañaban cajas y cajas llenas de libros”, recuerda Nancy, satisfecha de tantas experiencias acumuladas en un nomadismo que cerraron el matrimonio y su hijo al instalarse en Madrid definitivamente. 

   Licenciada en Filología Hispánica, la neoyorkina, que llegó por vez primera a España en 1971, formó parte del equipo fundacional del diario El País, trabajando primero en su edición dominical y, luego, como secretaria personal del entonces director del diario, Juan Luis Cebrián, cuyo despacho custodió durante una década apasionante, la de los 80, que le permitió vivir la Transición “desde una privilegiada butaca de primera fila”.

   Ahora, Nancy acaba de jubilarse, y gracias a su amistad con los dueños del Café del Monaguillo, decidió aprovechar el espacio del fondo del local -“una especie de salita acogedora y discreta”-, para montar una librería de segunda mano: “No hemos inventado nada, pero nuestra apuesta es mucho más personal que una franquicia”.

   Ya tienen 4.000 títulos, con unas cien novedades por semana: “Nos van llegando muchas donaciones, pero también compramos y recogemos ejemplares a domicilio si son lotes grandes”. Después, seleccionan los que están en muy buen estado, y así nutren las secciones de recién llegados, narrativa extranjera, española, latinoamericana, clásicos, historia, infantil, política, libros en inglés, serie negra y una sección llamada “libros curiosos”, como un volumen de los años 70, Natacha, lecciones de belleza, que recopilaba los consejos de una esteticista pionera en televisión, en cuyos créditos figuraban como autoras de los textos, Josefina Molina y Pilar Miró.

   Repasando lotes, a Nancy le entusiasma descubrir títulos de escritoras que fueron antiguas compañeras de trabajo en El País, y siempre grandes amigas. Lágrimas en la lluvia, de Rosa Montero, Torres de Fuego, de Gabriela Cañas, o una edición de El Aleph, prologada por el poeta, Marcos Ricardo Barnatán, especialista en Jorge Luis Borges. 

   Rastreando entre páginas, antes de colocar cada volumen en su respectiva estantería,  aparecen recuerdos tan estimulantes para la imaginación que cuesta trabajo no inventar a cada cual una historia: “Ayer mismo, al abrir una edición de El Gran Gatsby, veo que en la primera página figura un nombre, Carolina, junto a un número de teléfono. Sentí la tentación de llamar y me dio por pensar que su futuro dueño quizás marque ese teléfono para contactar con Carolina y descubrir si alguna vez supo de quién anotó con tanto interés su número. F. Scott  Fitzgerald convertido en Celestino”.

   En esa colección de secretos, hay calendarios del siglo pasado, recordatorios de primera comunión, flores secas, un bonobus de aquellos que costaban 490 pesetas, un billete verdadero, que ya no es de curso legal, tarjetas de visita, cartas comerciales, facturas de hotel y hasta una suscripción para masajes sin usar, que naturalmente ha caducado. 

   La Nancy Abel librera suele sentarse junto a un confesionario -pieza original del siglo XVII procedente de una iglesia salmantina-, igual que el escolano colocado a la entrada del café al que da nombre, El Monaguillo, un negocio con casi 30 años de permanencia en el Madrid de los Austrias. Completan el decorado algunas piezas de la colección de motocicletas de los años 50, de Paco Martín, que junto a Carolina Shih, regentan el local. Motos y liturgia. Autopista hacia el cielo. 

   Pasen, vean y ¡lean!

PD: La historia de la Plaza de la Cruz Verde es turbulenta, pero muy literaria. Aquí se consumaban las ejecuciones durante la Inquisición, y fue escenario de muchos duelos entre caballeros al amanecer. Hoy en día, la fuente de 1850, con la imagen de Diana cazadora flanqueada por dos delfines, pone el fondo sonoro y relajante del agua que arroja alguno de sus cinco caños. Y el edificio esquinado, donde se encuentra el Café del Monaguillo, antes había sido un hospicio regentado por monjas, y más tarde la terminal de donde partía autobuses de línea destino a Zarzalejo y Boadilla del Monte. 

                                         (De Sol Alonso, el 29 de diciembre de 2016)

Referencias útiles:
THE LiBRO CAFÉ DEL MONAGUiLLO (ver la ilustración)
En el Café del Monaguillo
Plaza de la Cruz Verde, 3
28005 Madrid
699 076 053
M La Latina

Horario:
- De Lunes a Sábado: de 13h a 23h45;
- Los Domingos: de 13h a 23h.

Precios:
- Un libro: 3 euros;
- Dos libros: 5 euros;
- Tres libros: 10 euros.
PD: The Libro Café del Monaguillo colabora con la Fundación Mozambique Sur, entregando parte de su recaudación.

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