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LA TABERNA ERRANTE
PARA ECHAR RAíCES

Hay fantasmas de la guarda, tan aplicados como cualquier ángel. Jopi y Elena (en la ilustración) tienen cada uno el suyo. El primero es un hombre célebre; el segundo, un héroe (casi) anónimo. Jopi, Accesit en el Campeonato de España de Tiraje de Cerveza (XVIII Salón Gourmet), perfecciona su arte vigilada por el retrato de G. K. Chesterton, cuya novela les inspiró el nombre de su local, que parece recordarle al oído: “Con un barril de ron, un queso de bola y la enseña de una taberna puedes montar tu negocio dónde quiera que vayas”. Al otro extremo, la cocina, escenario del trajín de Elena, igual de bien acompañada por alguien del más allá. Su ectoplasma es un antiguo habitante del local, que se resiste a marcharse del todo al otro mundo. ¡Bienvenid@s a La Taberna Errante!

Cuando La Latina no estaba ni de moda, el local, entonces llamado Casa Poli, era una tabernita a merced del paso de los años, con barra de aluminio, tele de barriga y carteles taurinos muy descoloridos. La penúltima parada de los asiduos al Rastro, que allí encontraban un marisco rico, comprado en el antiguo Mercado del Pescado, de la Puerta de Toledo. Allí vivían y trabajaban Poli y su mujer. Una pareja asimétrica. Él, enjuto como el Quijote, y ella, con una talla digna de las mujeres de “Amarcord”. El actual comedor de La Taberna Errante, donde comen sentadas 35 personas, era la vivienda, y la cocina de Elena el tálamo nupcial, dónde falleció Poli: “Es una sombra, una luz, una presencia protectora. No estorba nada, al contrario”, cuenta Elena.

Jopi estudió marketing, Elena optó por la cocina, pero aprendió tanto o más, observando a su madre: “Me gusta añadir un toque original a las recetas, salvo a las albóndigas estilo la Sofi, mi madre. No admiten variación. Son inmejorables”. La carta cambia con las estaciones, manteniendo sus clásicos como el pulpo asado con puré, ensaladilla, la tortilla de patata, las trufas de morcilla, las croquetas de queso azul, la oreja confitada a la plancha, los boquerones en vinagre, las ricas tartas caseras, y cuando el mercado lo permite (todos los productos se compran en el barrio), esas alcachofas a la plancha en forma de flor, que alegran tanto el paladar, como bien se podrían lucir en la solapa.

Las chicas se definen como “taberneras anarquistas, que gustan de estar como en familia”. Filosofía que les funcionó en el barrio de Conde Duque, luego en Antón Martín, y hace ya más de 2 años, en este reducto off latina, perfecto para sus planes: fidelizar a una clientela a su medida. Son cultas y activas. Junto a la barra, hay un cartel que dice así: “Hasta que llegaste a mí, las calabazas me las daban solo en el puré”, un micropoema de Anabel Verdún, cuyo libro, Manifiesto Monobo, tienen a la venta.

Ah, y La Taberna Errante lleva a gala ser un negocio 100% femenino. ¡Porque ellas lo valen!

(De Sol Alonso, el 19 de abril de 2015)

Referencias útiles:
LA TABERNA ERRANTE
Carrera de San Francisco, 8
28005 Madrid
915 309 442
M La Latina

Horario:
- De Miércoles a Viernes: de 19h hasta la 1h de la madrugada;
- Los Sábados: de 13h a 17h y de 19h hasta la 2h de la madrugada.
- Los Domingos: de 13h a 17h.

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PD: La Taberna Errante se encuentra -con razón- entre los 50 lugares excepcionales, seleccionados por MAD Foodie Guide (también en Facebook y Twitter), para comer en la Villa. ¡Enhorabuena!

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