Reina indiscutible del crimen, la novelista más traducida de todos los tiempos (103 idiomas) y la que más libros ha vendido -superando los 2.000 millones de ejemplares-, es la madre de 2 de los detectives de ficción más famosos y seguidos, Hércules Poirot y Miss Marple, que juntos, pero no revueltos, resolvieron asesinatos por todo el mundo. Innovadora, curiosa, viajera y atrevida, la escritora británica, Agatha Christie (1890-1976), rompió con las formas clásicas para establecer lo que hoy se considera la estructura del misterio, con giros inesperados, sospechosos por doquier, y todos los datos necesarios para que el ávido lector pudiera resolver el enigma. Hoy, Martes 15 de septiembre de 2015, en el 125º aniversario de su nacimiento, (Petit) Homenaje a una revolucionaria de la novela del siglo XX.

   Agatha Mary Clarissa Miller nació el 15 de septiembre de 1890, en el pueblo costero de Torquay, al sur de Inglaterra. La buena situación económica de su familia fue fruto del azar, ya que su madre, Clarissa (Clara) Boehmer, pasó a la tutela de una tía y su millonario esposo americano, cuando sus padres se arruinaron. En su nuevo hogar, la futura madre de la escritora se enamoró del hijo de su padrastro, un joven agente de bolsa llamado Frederick Alvah Miller, con el que se casó.

   Por decisión de sus padres, Agatha -la menor de 3 hermanos- no fue a la escuela, y aprendió en casa, sin apenas contacto con otros niños, y rodeada de las mujeres que marcaron su camino, en especial su madre, aficionada al mundo de los espíritus y lo paranormal que tanto influirían en su obra. Sin nadie con quien jugar, y con una madre que no quiso enseñarla a leer hasta los 8 años, Christie, que se había inventado amigos imaginarios, aprendió sola, con 5 años, a descifrar unas letras que la permitieron sumergirse en los libros de aventuras de Joseph Hocking, las ensoñaciones de Lewis Carroll, o el romance, el atrevimiento y la ironía de Alexandre Dumas o Jane Austen. Pero, la repentina muerte de su padre en 1901, de un ataque al corazón, terminó con aquella educación casera.

   La adolescente de 11 años pisó por primera vez una escuela sin conseguir adaptarse al cambio. Entonces, con los problemas económicos cada vez más evidentes, madre e hija se trasladaron a Francia para alquilar la villa de Torquay y poder sobrevivir con las rentas. En París, la pequeña Agatha completó sus estudios, y vivió de pensión en pensión hasta que pusieron rumbo a El Cairo -uno de los destinos turísticos de moda entonces para los británicos- en busca de un clima que mejorara el delicado estado de salud de su progenitora. En cuanto al interés de Christie por la escritura, estaba más que afianzado, y de su primer cuento The house of beauty (1908), cargado de la ensoñación y el esoterismo habituales en su familia, pasó a un entorno desconocido, exótico y plagado de excavaciones arqueológicas, que llamaron poderosamente su atención -y que con el tiempo marcarían su vida y obra-, inspirando tanto la jovencita que logró terminar su primera novela Nieve sobre el desierto (1911).

   Su objetivo siempre fue ser publicada, y con una gran perseverancia, Christie mandó sus escritos, sin éxito, a todas las revistas y editoriales que conocía, y su madre, siempre pendiente, llegó a pedir ayuda a un amigo escritor, Eden Philpotts, que presentó a la pequeña a su agente literario, que aunque quedó encantado, la instó a probar suerte con una segunda novela. Fue cuando Agatha conoció al que sería su primer marido, un aviador de las fuerzas aéreas británicas, Archibald Christie, con el que tras un fugaz noviazgo y con la Primera Guerra Mundial de fondo, se casó en la Nochebuena de 1914, para inmediatamente después volver cada uno a sus obligaciones: el piloto a combatir el avance alemán en Francia, y la escritora como voluntaria en el Hospital de su querido Torquay. Durante 2 años entre vendas, enfermos, heridas, sangre y sobre todo medicinas y ungüentos, Agatha se convirtió en una experta toxicóloga, aprendiendo las dosis necesarias para matar, así como los síntomas y posibles efectos que más tarde servirían para solventar, a base de veneno, algunos de sus novelísticos asesinatos.

   Con el final de la guerra, Archie se reubicó en el mundo de las finanzas, y por fin, el matrimonio pudo estrenar casa. La pareja arrancó una etapa de tranquilidad en la que Agatha tuvo a su primera hija, Rosalind, que nació en 1919; acompañó a su marido en sus viajes de trabajo recorriendo prácticamente el mundo; y regresó como nunca a la lectura, en especial de relatos detectivescos o de intriga, firmados por Edgar Allan Poe o Arthur Conan Doyle cuyo personaje Sherlock Holmes marcó profundamente a la escritora. Tampoco dejó de mandar sus escritos con la esperanza de ser publicada, y mientras esperaba la respuesta de las editoriales, siguió fijándose en silencio en las personas, que la rodeaban, para crear personajes e historias enrevesadas, en las que nadie era quien parecía.

   Y así fue como nació en 1920, por la cabezonería de una mujer, Hércules Poirot, un ex oficial de la policía belga, que a imagen y semejanza de los muchos refugiados de Torquay, huyó a Gran Bretaña escapando de la invasión alemana. Publicada por la editorial The Bodley Head, su novela El misterioso caso de Styles abrió una saga que haría historia. Emocionada, Agatha terminó en tiempo récord su segunda obra, El misterioso señor Brown (1922), en la que olvidó a Poirot, que reapareció en la tercera, Asesinato en el campo de golf (1923), para acompañarla durante 33 de sus novelas, y en 54 de sus relatos cortos. Y para que aquel hombre de inconfundibles bigotes no se convirtiera su sombra, Agatha creó el personaje de Miss Marple, que se estrenó en el cuento El club de los martes (1927), inspirado en su abuela, una anciana solitaria, cotilla y optimista.

   ¡Todo era perfecto! La fama de la escritora iba en aumento, producía obras sin parar, y su rompedora novela El asesinato de Roger Ackroyd (1926), en la que dejó a todos atónitos al ser el asesino el ayudante de Poirot, se convirtió en un exitazo que la confirmó como la gran novelista que era... pero una mujer se cruzó en su camino, y Agatha protagonizó una historia que más parecía el argumento de una de sus novelas que un episodio de la vida real. La mujer no era otra que la amante de su querido marido Archie...

   Cuentan que la noche del 03 de diciembre de 1926, la pareja tuvo tal discusión que Archibald acabó en manos de su nueva amada, y Agatha desaparecida. La escritora se esfumó literalmente provocando un gran revuelo entre sus seguidores y en la policía, que llegó a destinar a más de 1.000 agentes en una búsqueda a la que se unieron 15.000 voluntarios, y fue portada de los más importantes diarios, como entre ellos The New York Times. Tanta fue la conmoción que incluso el mismísimo Arthur Conan Doyle, el padre de Sherlock Holmes, acudió desesperado a una médium. Por supuesto, en vano.

   Once días después de tanto jaleo y tensión, la escritora fue encontrada en un hotel de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, donde se había registrado con el apellido de la amante de su marido, bajo los efectos -al parecer- de una fuerte ataque de amnesia, y como es de imaginar, fueron muchas las versiones que surgieron de ese extraño suceso. Las malas lenguas dijeron que aquella mujer perdida, que supuestamente no sabía ni quién era ni dónde estaba, no fue más que una magnífica interpretación de una esposa despechada, que solo buscaba el mayor escarmiento para su marido infiel. Y otros vieron en el entuerto la mejor de las estrategias publicitarias, afirmando que la autora había planeado hasta su suicido para inculpar a Archibald de asesinato. Los Christie se divorciaron en 1928, lo que la escritora superó escapando con su hija Rosalind a las Islas Canarias, donde terminó con mucho sufrimiento El misterio del tren azul (1928).

   Su siguiente gran viaje llegó con una propuesta de unos amigos, que la invitaron a Bagdad, destino que se le antojó exótico y perfecto para su momento vital y así cumplir su deseo de montar en el Orient Express, sin saber que en un recorrido por una excavación arqueológica en Irak, conocería al arqueólogo Max Mallowan con el que se casaría en 1930 en la isla escocesa de Skye. Fue su acompañante hasta el final de sus días, y junto a él, visitó en numerosas ocasiones las tierras de Oriente Medio, que alimentarían no solo sus novelas policiacas como Asesinato en el Orient Express (1934), -una de sus obras más importantes que escribió en el Pera Palace Hotel de Estambul que mantiene intacta la habitación en la que se alojó la autora-; Asesinato en Mesopotamia (1936) o Muerte en el Nilo (1937); sino también sus relatos de otro talante, como su cómico e irónico Ven y dime cómo vives (1946), basado en sus propias anécdotas y recuerdos de aquellas estancias.

   Prolífica como pocas, y siempre con un cuaderno en la mano, Agatha nunca dejó de escribir, y su estilo fue perfeccionándose de tal manera que en 1941 protagonizó otro episodio digno de novela. El servicio de inteligencia del Reino Unido llegó a investigarla por su recién publicado Misterio de Sans Souci, en el que sus protagonistas trataban de desenmascarar a un agente secreto nazi, ya que los agentes -los de verdad- llegaron a pensar que la novelista podía conocer los planes secretos de Hitler. Por entonces, ya era una escritora de fama mundial, y hastiada de Poirot y sobre todo agobiada por la presión de escribir siendo Agatha Christie, decidió probar suerte con otros géneros y usar el seudónimo de Mary Westmacott para no ser juzgada, y de paso, evitar al fisco por unas ganancias tales que en 1955 creó Agatha Christie Limited para preservar los derechos de sus publicaciones.

   En 1956, toda su trayectoria fue recompensada con uno de los más importantes galardones de su país al ser nombrada Comendadora de la Orden del Imperio Británico, y ascendida en 1971, a Dama Comandante. En 1974, se la pudo ver públicamente por última vez en el estreno de la versión cinematográfica de “Asesinato en el Orient Express”. y como si todo lo tuviera planeado, poco después, publicó 2 novelas, Un crimen dormido” (1976) y Telón (1975), que en realidad había terminado durante la Segunda Guerra Mundial pero que guardó en la caja de seguridad de un banco, para recurrir a ellas cuando ya no pudiera escribir más.

   Así, 3 décadas después, salió precisamente a la luz “Telón”, el libro donde acababa con su amado y odiado Poirot, al que mató de un infarto, con tal conmoción para los lectores que, el 06 de agosto de 1975, The New York Times publicó la esquela del perspicaz detective, cerrando así lo que parecía un plan perfecto ya que, pocos meses después, el 12 de enero de 1976, su creadora falleció a los 85 años por causas naturales. Pero de nuevo, el azar o esas fuerzas esotéricas en las que tanto creyó, llevaron a que, muchos años más tarde, en 2004, su única hija muriera el mismo día, a la misma edad y por las mismas causas.

   La gran dama del suspense entretuvo a varias generaciones, y aunque su predilección por lo policiaco quedó clara tras publicar 66 obras de este género, cansada, probó con la novela rosa, e incluso, con el teatro con obras como “La ratonera” (1952), que desde su estreno no ha dejado las tablas convirtiéndose en el libreto más representado con más de 25.000 puestas en escena. Si su obra ha llegado al cine, la televisión, el cómic, e incluso, a los videojuegos, la mejor manera de recordarla sigue siendo sin duda alguna con un libro entre manos, a poder ser El asesinato de Roger Ackroyd, considerada en 2013 por la Asociación de Escritores de Crimen como la mejor novela de crimen de la historia.

PD (nº1) caligráfica: Dicen que Christie tenía disgrafía (una descoordinación muscular que provoca una escritura tan ilegible que solo su autor es capaz de entenderla), por lo que la novelista siempre se hacía acompañar de una secretaria a la que dictaba sus ideas y secretos.

PD (nº2) curiosa: Pionera a veces sin querer, la escritora, en uno de los muchos viajes junto a su primer esposo, que la llevaron a África del Sur, Australia, Nueva Zelanda, Canadá o Hawai, se convirtió en la primera mujer británica en ponerse en pie en una tabla de surf y cabalgar las olas.   

PD (nº3) cinematográfica: Entre otras versiones de las obras de Christie, destaca la que rodó Billy Wilder en 1958, “Testigo de cargo” con Tyrone Power y Marle Dietrich, así como los series de TV en las que Miss Marple fue interpretada por Helen Hayes y Poirot por Peter Ustinov, al que también dieron vida David Suchet, Ian Holm Tony Randall o Alfred Molina.

                                         (De Lidia Martín, el 15 de septiembre de 2015)

Referencias útiles:
(Mi PETiT) HOMENAJE A AGATHA CHRiSTiE

(1) Festival Internacional de Agatha Christie
Para conmemorar los 125 años de su nacimiento, su ciudad natal de Torquay celebra el Festival Internacional de Agatha Christie (también en Facebook y Twitter), del 11 al 20 de septiembre de 2015, con teatro, charlas literarias, talleres de escritura y proyecciones.

(2) #125stories
Las redes la recuerdan invitan a los fans de Agatha Christie a compartir sus experiencias relacionadas con su obra bajo el hashtag #125stories.

(3) Espasa (también en Facebook y Twitter), la editorial de la autora
En España, Espasa, la editorial de la autora, ha reeditado 5 de sus clásicos: El Asesinato de Roger Ackroyd, Asesinato en el Orient Express, Muerte en el Nilo, Diez Negritos y Un cadáver en la biblioteca.

(4) Finalmente, para seguir los pasos póstumos de AGATHA CHRiSTiE, conéctate a su web, su Facebook y su Twitter.

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